Las varices son venas que se dilatan y aumentan su tamaño, hasta el punto de hacerse superficiales. Por tanto, son visibles y adquieren un color azulado o amarronado. Suelen aparecer en las piernas, aunque no exclusivamente. Por ejemplo, se pueden localizar en el recto, aunque son más conocidas como hemorroides.

Se desconoce la causa exacta de las varices, pero es probable que el principal problema sea una debilidad en las paredes de las venas superficiales (ubicadas justo debajo de la piel), que puede ser hereditaria, apuntan los Manuales MSD.

Con el paso de los años, esta debilidad provoca que las venas pierdan su elasticidad. La consecuencia: se vuelven más largas y anchas. Ese agrandamiento dificulta su acomodamiento en su ubicación inicial. Por eso, sobresalen de forma serpenteante por debajo de la piel.

¿Arañas vasculares o varices?

Podemos distinguir entre varios tipos de varices, según su tamaño, de acuerdo con el Hospital Clínic de Barcelona:

Telangiectasias o arañas vasculares. Son dilataciones de venas muy pequeñas situadas dentro de la propia piel. Su tamaño dificulta su observación, aunque se puede volver un problema exclusivamente estético.
Varices reticulares. Son dilataciones de venas subcutáneas visibles de pocos milímetros. Son venas palpables y pueden ir asociadas a molestias ocasionales en forma de picor o pierna cansada.
Varices tronculares. Son claramente palpables y suelen producir molestias como: picor, dolor, hinchazón, piernas cansadas… Además, en algunas circunstancias, pueden producir complicaciones en forma de flebitis, sangrados o alteraciones cutáneas.

Otra clasificación más. Esta vez teniendo en cuenta su origen:

Congénitas o desde el nacimiento.
Primarias, que aparecen después del nacimiento, aunque sin causa conocida.
Secundarias, que después del nacimiento, pero a raíz de un traumatismos o trombosis del sistema venoso profundo.

Hábitos saludables y medias compresivas

Las varices son, en primer lugar, una cuestión de salud. Según los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés), los objetivos del tratamiento son aliviar los síntomas, mejorar el aspecto y prevenir las complicaciones graves, como las úlceras o llagas cutáneas, la trombosis venosa profunda, los cambios de color en la piel y el sangrado.

En primer lugar, el especialista puede recomendar cambios en el estilo de vida: tratar de mantener un peso saludable, realizar actividad física para mejorar la circulación y evitar estar sentado o de pie durante mucho tiempo. Además, se aconseja el reposo con las piernas levantadas, la puesta de frío en la zona y el uso de medias compresivas. Es más, desde el Clínic recuerdan que las medias compresivas se han demostrado más que cualquier tratamiento farmacológico.

Nuevos tratamientos para las varices 

El tratamiento farmacológico es otra opción. La gran mayoría de estos productos son derivados de extractos vegetales como los flavonoides, los rutósidos, el extracto de castaño de indias, de hojas de la viña, el Ruscus o el Ginko biloba.

Hay más alternativas. Los especialistas de este centro hospitalario enumeran algunas de ellas: radiofrecuencia mediante un catéter que se introduce dentro de la vena distorsionante y genera calor intenso; láser endovenoso, que utiliza la energía de una fibra láser para coagular la vena no funcionante; escleroterapia con espuma que induce la coagulación de la vena mediante la utilización de un producto químico; y ablación mecánico-química, que ombina el efecto químico del esclerosante con la acción mecánica de un catéter intravenoso.